domingo, 1 de junio de 2008

Historias de marsopas


Una marsopa nada por el mar, nada, nada de nada, mira a su alrededor, cansada del agua tan azul, tan mojada, tan agua, y decide que quiere vivir en la tierra. Arma sus valijas, se despide de sus amigos marsopas, y sale del agua. Está deslumbrada con tantos colores, verde, amarillo, rojo. Con los ahorros de todo su vida se compra una casa, con una habitación, cinco baños y medio, terraza, cochera, balcón, una mesita para el mate y un sillón incómodo. Estaba feliz pero sentía que algo faltaba en la pared, un espacio sin nada, nada de nada, entonces decide comprar un agujero negro para llenar el vacío. Sale de su casa, va al almacén:

Marsopa - Quiero un agujero negro envasado al vacío, encuadrado para colgar en una pared sobre un sillón incómodo, con un marco antiguo y un clavito como el que clavó pablito - Dice triste mientras aplaude


Almacenero - ... -No dice nada, porque es extra, pero saca con cuidado un cuadrito de un estante.

La marsopa lo agarra, lo mira, le paga al almacenero lo que cree que ese agujero negro vale y se va a su casa. Con un martillo clava el clavito, con sus aletas cuelga el cuadrito. Después de cinco minutos, lo tira a la basura, porque se da cuenta que el agujero es muy negro y no combina con la habitación toda azul.




Florencia Martucci

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanto Julio fluye por sus venas!!

Salutes

Anónimo dijo...

Bueno, ya te lo dije en tu flog pero lo repito: muy bueno, me gustó. Esperemos que sigan apareciendo las historias de marsopas así vamos descubriendo un poco más cómo son estos bichos tan extraños, jeje.
Besos

Anónimo dijo...

jajaja
mi mamá escribe re lindo.

¡Cuanto Flor corre por tus venas!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.